Un
día me apareció un tumor.
Le
dije como si fuera mexicana:
cabrón ni creas que te puedes quedar
en mi lóbulo derecho.
Y
el cabrón tumor se quedó por tres años
y me
hizo llorar cuando manejaba mi Ford,
cuando daba clases,
cuando
pagaba mis remedios.
Yo
le decía al tumor
que
se largue de una vez,
y
el tumor quería estar conmigo,
quería
amarme con su amor ojete,
con
su mirada ojete,
con
su vida ojete.
Un
día me lo encontré distraído
y le pateé la cara.
Lo
mandé a chingar a su madre.
Los
amores tóxicos no van conmigo.
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