Poemas de La mujer de Nazareno

*

Al salir  de misa me patearon la  cara
el muslo y el estómago.
No hubo Dios para mí, pero sí un cuaderno.
Escribí una historia tan siniestra
que no me atreví a leerla.
Pronto supe que para morir en armonía
era pasando horas en vela
dándole la mano a  la pluma

y hacer que corra la misma sangre.

*

Mi tarea no consiste en escribir,
consiste  en adueñarme de la realidad.
Yo muevo los objetos
de la cocina
y sé cómo  hallarlos
y para qué sirven.
Sé que esos objetos
probablemente irían al baño conmigo
y tendrían sexo si así lo quisiera.
puesto que cuando  un cuerpo cae
puede existir el  poema.

 *

Magdalena, la historia se cierra
en los labios
en un sábado sin gloria
con mis gatos en las piernas
y el timbre del teléfono
con un número equivocado.
No concluye  el acto,
tampoco  la carne.
Puntual es la hora en que dejo mi cuaderno
para ir a cenar.


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